viernes, 6 de junio de 2008

Una sociedad Excitada

(el Conciudadano (anónimo pero complaciente):)

Al mirar mis ojos recordó
lo alámbricamente torcido del mundo.
Entonces se hizo nudo la señora
el abrazo del hijo en cuanto quiso no extraviarle
o imaginarla muerto.
Por motivos nada extraordinarios que sí,
con certeza irritantes, el niño la derribó
a insultos para liberarse instintivamente del terror
maternal a la Ciudad.
Yo continué en una despreocupación sin pena
en la avenida, comiendo mis desperdicios y
silbando
una melodía como si fuera mis días
últimos.


(el Sabio (y la revelación):)

Qué extraña furia y qué oscuras pasiones
nos hacen convalecer, y qué inocentes teorías
(que pretenden la universalidad)
a nuestra vida, tan ingenua, (edificadas
sobre el vasto Jardín de la Ignorancia) nos hacemos,
cruzados de pierna con la mano en la barbilla y el
temple del rostro indescifrable vaya emblema estúpido
que he confeccionado de un hombre,
como yo, empeñado al Quehacer
Filosófico y a la Contemplación Reflexiva-,
con los ojos fijos en el punto más lejano y
accesible en el tapiz de la pared mordida
de un sótano logradamente iluminado.


(el Enamorado (ante el espejo):)

Estoy Dedicado a pensar
en ti.
de manera oficiosa;
y a protegerte

como a nadie
que no sea Yo.


Adrián Saénz
Tomado del libro, Alguna Sociedad Excitada.
Cuadernos Existir no.11, Abril 2008.